Tienes que recordarte.
Sabes quien eres mirandote al espejo.
Pero...
Ahora cierra los ojos..
Con ellos así, primero buscas información del exterior más allá de la visión.
Cierra también esa información.
Notarás que va todo para tu interior.
En ese interior están tus emociones y las palabras de tus pensamientos.
Ahora distanciate de ellas.
Alejate de los pensamientos. Sabrás hacerlo cuando no te fijes en sus contenidos sólo te fijaras en la fuerza que encierra.
Pero aún sientes que algo queda.
Es el aroma a ti. A quien recuerda qué es aquello qué fui hace unos instantes. Es una huella semejante a una pisada en la orilla. Ahora envía al mar de tu conciencia a qué la borre de forma igual a la ola qué repone la arena en la hendidura de la huella.
Pero aún queda alguien.
Queda quien recuerda.
Mira a quien mira.
Mira a quien refleja.
Y por ultimo cierra los ojos.
¿Que queda?
A partír de ahí todo empieza de nuevo. Pero ya no es creencia ni conocimiento. Es esencia de existencia de momento. Allí se quedó la niña, donde no existe el recuerdo.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen.
lunes, 29 de diciembre de 2008
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