La luna es blanca como un soplido en la angostura por donde desciende una lagrima.
Y hay un profundo silencio cuando la poesia es blanca.
Blanca como la entraña de donde surge la ternura de ser envuelta por pasados seguros de niña con carita de porcelana.
Y el silencio estremece su poesia en anhelos de robarte la consciencia para llevarte a la soledad infinita de quien ha llegado a la paz, a la calma.
Entra, estas en tu casa.
Sabes que siempre lo supiste pero preferiste quedarte fuera, como aquel que espera, como aquel que aguarda.
Te dije entra, pero la puerta permanecia etreabierta y su hendidura no se agrandaba mostrando entre la luz de fuera tu silueta.
-Entra! A que esperas.
Si tan solo esperas a la esperanza, si no ves que en esa espera te llenas de tristeza y añoranza.
-Entra! Que ya el viento de la tarde arrecia y mueve y enmaraña tu cabello.
Por fin tu rostro aparece por la puerta.
Miras y entras...
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen
viernes, 19 de diciembre de 2008
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